jueves, 29 de septiembre de 2011


Parece ser que la religión es tan antigua como la vida misma, sin saber exactamente, cuándo ni cómo se originó. Dado que la religión es una disciplina espiritual, solo a través de objetos de culto como tumbas, esculturas, pinturas, etc. podemos hacernos una idea de cómo fueron esos orígenes.

El cristianismo tiene su origen en el hecho histórico de la persona, la vida y muerte de Cristo, reconocido como Mesías Salvador.
La gran revelación definidora del cristianismo es el Evangelio. La doctrina de Cristo fue hablada y trasmitida de viva voz a sus discípulos. No es una doctrina abstracta, sino concreta, en ejemplos y parábolas, y es una doctrina muy elemental y sencilla y, por lo mismo, profunda que tiende a la salvación su núcleo fundamental es: Dios es Padre de todos. Amaos unos a otros. Vivid confiados en su Providencia. Buscad siempre el Reino de Dios y su justicia en el amor e igualdad como hijos de Dios que sois.
La primera denominación de cristianismo se debe a los paganos de Antioquía, hacia el año 40-44 d C. Por Tácito sabemos que ese nombre era conocido ya en Roma hacia el año 64 d C. cuando la persecución de Nerón.

Para entender la historia de la Iglesia Protestante y la Reforma, es importante comprender primeramente que uno de los reclamos que hace la Iglesia Católica Romana es la de la sucesión apostólica. Esto simplemente significa que ellos claman ser la única autoridad sobre todas las otras iglesias y denominaciones, porque afirman contar con la única ascendencia de Papas católicos romanos a través de los siglos, en línea directa hasta el apóstol Pedro. En su perspectiva, esto le da a la Iglesia Católica Romana una autoridad única que invalida a todas las otras iglesias o denominaciones. De acuerdo con la Enciclopedia Católica, esta sucesión apostólica “es encontrada únicamente en la Iglesia Católica” y ninguna “Iglesia separada tiene alguna reclamación válida ante ello.”

Es por esta sucesión apostólica que la Iglesia Católica Romana reclama una autoridad única para interpretar la Escritura y para establecer la doctrina; así como la afirmación de tener un líder supremo en el Papa, el cual es infalible (sin error) cuando habla “ex cátedra” – esto es en el ejercicio de su oficio como pastor y maestro de todos los cristianos. Por lo tanto, de acuerdo con la postura católica romana; la enseñanza o tradiciones de la Iglesia Católica Romana, habiendo provenido del Papa, son tan infalibles y autoritativas como las mismas Escrituras. Esta es una de las mayores diferencias entre los católicos romanos y los protestantes, y fue una de las razones fundamentales para la Reforma Protestante.